Medicina

Desde pequeña fantaseaba con lo que quería ser de mayor. Desde astronauta hasta profesora, pasando por arqueóloga y bióloga marina. Hasta que llegué a la maravillosa conclusión de que quería ser médico.

Quería conocer las enfermedades cuando algo malo le pasase a mi familia, quería saber si había una mínima posibilidad de salvar alguna de las vidas que tanto preciaba, deseaba trabajar en un hospital!

En bachiller intenté sacar las mejores notas, aunque aún así no fueron lo demasiado altas. Y empecé una carrera. Que aunque me gustaba, no podía llegar a ver todo su encanto porque en lo único que pensaba, era en que no estaba en medicina.
Odontología comenzó a entrar poquito a poco dentro de mí, hasta que llegó a gustarme de verdad. Pero la espinita de medicina aún seguía ahí, clavada en lo más profundo de mi ser. Así que decidí intentarlo de nuevo, volver a empezar.. Enviar preinscripciones a casi todas las universidades, y a ver que salía de ahí.

Sin muchas esperanzas miré las listas de admitidos en julio, y cuál fue mi sorpresa al ver que estaba casi dentro. No me lo podía creer, y mucho menos cuando a finales descubrí que estaba dentro de medicina en la Universidad de Santiago de Compostela.

Me matriculé sin pensarlo, pero Odontología se había quedado tan adentro que no quise renunciar a ella. Fui ambiciosa y quise continuar también con Odonto, así que presente una solicitud para que me permitieran simultanear estudios.

Empecé medicina, y el primer día me desanimé. Porque el nuevo plan, el Plan Bolonia, no me gustó nada. Y menos el planteamiento que se la había dado en Medicina.

Llegué a casa pensando que lo único que quería era volverme a Odontología.

Hoy ha sido otro día, después de pensarlo en frio, me he dado cuenta de que un simple plan de educación no puede echar por tierra todos mis sueños. No pienso permitirlo.  


Voy a seguir y voy a intentarlo.